Bogotá
20.03.2013
De nuevo Bogotá y sus huecos, su smog y sus trancones me golpearon con ojos oscuros de padre demente buscando una monedas para alimentar a sus hijos.
Al parecer, mi alma no tan contenta de
aterrizar acá no pudo hacer otra cosa que ponerse a llorar unas lágrimas
que ni siquiera eran por Bogotá sino por la triste gente que la hace, y yo aquí, de nuevo ante ella a dos días de cumplir mis treinta años.
Natalia Silva Ramón
30 de marzo de 2013